Habia una vez...
El gusano de seda (Bombyx mori)
originario de China, es el único insecto completamente domesticado que
existe. Según la tradición china, la seda se descubrió en el año 2640 a. C., en
el jardín del emperador Huang Ti.
De acuerdo con la leyenda, Huang
Ti pidió a su esposa Xi Lingshi que averiguara qué estaba acabando con sus
plantas de morera. La mujer descubrió que eran unos gusanos blancos que
producían capullos brillantes. Al dejar caer accidentalmente un capullo en agua
tibia, Xi Lingshi advirtió que podía descomponerlo en un Fino filamento y
enrollar éste en un carrete. Había descubierto la seda, secreto que mantuvieron
bien guardado los chinos durante los siguientes 2000 años. La ley imperial
decretó que todo aquel que lo revelara sería torturado hasta morir.
Cuando el emperador romano
Justiniano (483‐ 565 d.C.) tuvo la idea de enviar a monjes para predicar el
cristianismo por oriente, en el año 550 d.C. conocieron los procedimientos
para la crianza del gusano y la producción de la seda. Los monjes introdujeron
semillas de morera y huevecillos del gusano de seda en el hueco de sus
bastones de bambú, logrando así burlar la vigilancia sobre esta especie y
sacarla hacia su territorio. De Grecia la sericicultura se extendió a los
países de Asia y África del Norte; más tarde llegó a Europa, donde Italia,
Francia y España, obtuvieron excelentes resultados, y a quienes se les
reconoce, hasta la fecha la finura de sus sedas.

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