¡GUAU!
La seda es un producto natural
que reúne características únicas, y el hombre, inútilmente, ha intentado
obtenerla a través de métodos artificiales e industriales. Los japoneses
encontraron la manera de disolverla para rehacer nuevamente la hebra, pero su
descubrimiento no sirvió de nada. También se han logrado producir delicadas
hebras a base de gelatina, algo resistentes al insolubilizarlas con formol,
pero se encontró que al contacto con el agua, se hinchaban y perdían toda forma
corporal. En Europa, después de mucho
experimentar con vidrio, se logró obtener una estopa de finas hebras pero
inconsistentes.
Finalmente, después de tanto
buscar, se encontraron hebras de características delgadas y brillantes, a las
que se les llamó sedas artificiales, como la artisela, la sedalina y el rayón.
Ninguna de ellas ha logrado obtener la resistencia del hilo del Bombyx
mori, que es de 8 gramos, peso que puede soportar antes de romperse;
tampoco igualan su elasticidad, ya que un metro logra estirarse hasta 10 centímetros
más, sin romperse; y, desde luego, no han superado su consistencia, duración ni
finura.
La seda tiene, además, la
cualidad de conservar el calor natural, mientras que las imitaciones, por ser
un producto sintético, son sumamente frías. Entre su larga lista de atributos,
hay que agregar la enorme capacidad de absorción para el agua, los gases y los
colorantes; y para cerrar con broche de oro, basta decir que es un magnífico
material para aislar los alambres de metal.

Comentarios
Publicar un comentario